Todos
nosotros sabemos que las experiencias internacionales nos hacen crecer como
personas, explorando nuevos horizontes y enriqueciendo nuestro espíritu,
nuestra alma. Pero desplegar nuestras alas y salir de nuestra zona de confort,
no siempre nos resulta sencillo. Pero, quizás, lanzarnos y ayudar es más fácil
de lo que nos parece en un primer momento.
Hoy os
traemos el testimonio de Sara. Sara tiene 22 años y acaba de terminar el Grado
de Enfermería. Dedicar sus esfuerzos al ámbito de la cooperación, al
desarrollo, ha sido desde siempre su deseo, su misión.
Desde
la humildad, es consciente de que por el momento no cuenta con una gran
experiencia. Pero eso no la detiene, al contrario. Se forma constantemente,
aprovechando las oportunidades que la vida le ha planteado para adentrarse en
este mundo.
Sara ha
estado en Brasil, Marruecos e incluso en la India, con una ONG a través de una
beca de Prácticas en Cooperación al Desarrollo. Además, sin necesidad de ir tan
lejos, colabora entre semana en Madrid como voluntaria con otra ONG desde hace
5 años, en los programas de personas sin hogar y con internos de un centro
penitenciario.
Centrándonos
en su experiencia en la India, Sara estuvo en Rishikesh, una ciudad al norte de
la India en el distrito de Uttarakhand, a los pies del Himalaya en las inmediaciones
del río Ganges, de la mano de Ganga Prem Hospice, una ONG que se dedica a los
cuidados paliativos, con el Programa de Practicas en Cooperación al Desarrollo
de la UAM.
Se trata de un hospicio de orientación espiritual y sin ánimo de lucro, cuyo principal objetivo es brindar cuidado físico, psicológico, social y espiritual a personas con diagnóstico de cáncer terminal y a sus respectivas familias. Ayudar a este colectivo es una necesidad real pues, en la India, se diagnostican un millón de casos nuevos de cáncer por ano. De estos, el 80% se encuentran en estadios III y IV, por lo que dos tercios de los pacientes con cáncer son ya incurables, y por lo tanto, requieren de cuidados paliativos de forma la inmediata.
Se trata de un hospicio de orientación espiritual y sin ánimo de lucro, cuyo principal objetivo es brindar cuidado físico, psicológico, social y espiritual a personas con diagnóstico de cáncer terminal y a sus respectivas familias. Ayudar a este colectivo es una necesidad real pues, en la India, se diagnostican un millón de casos nuevos de cáncer por ano. De estos, el 80% se encuentran en estadios III y IV, por lo que dos tercios de los pacientes con cáncer son ya incurables, y por lo tanto, requieren de cuidados paliativos de forma la inmediata.
Sin
embargo, no existe todavía una cultura de cuidados paliativos como tal. De
hecho, no existe formación especifica al respecto para profesionales de la
salud. Muchos no saben o no tienen claro en qué consisten los cuidados
paliativos. Solo en 2010, el “Medical Council Of India” aceptó la medicina
paliativa como una especialidad, pero desafortunadamente los pocos servicios de
paliativos disponibles siguen estando a cargo de organizaciones caritativas y
no del Estado.
Ser una
persona con cáncer en la India a menudo significa que los médicos y hospitales
locales se niegan a proporcionar ayuda básica, incluso cuando el alivio sintomático
puede ser necesitado desesperadamente. Estos, les derivan a hospitales oncológicos,
los cuales son escasos, privados y muy distantes entre sí en la mayoría de los
estados. De modo que la ayuda puede estar demasiado lejos para que el paciente
llegue al hospital con vida o simplemente no pueden permitírsela.
La
India es el hogar de una sexta parte de la población mundial, y tiene una
enorme carga de padecer enfermedades que limitan la vida. Menos del 1% de la población
tiene acceso al alivio del dolor y los cuidados paliativos, lo que significa
que más del 99% de la población muere es sus casas sin dignidad, en unas
condiciones terribles y con un dolor insufrible. Situaciones duras, como la
vida misma, que Sara ha vivido en su propia piel.
Al
final, a raíz de sus vivencias, Sara ha podido comprobar en su propia piel qué
significa ser voluntaria, lo que verdaderamente le apasiona, lo que le hace
vivir en la no contradicción, siendo fiel a sus principios. Porque es
maravilloso, la cuestión es, de acuerdo con Sara, que tan sólo nos muestran la
cruda realidad sin hacerse cargo de ella. Y para eso estamos nosotros, los
voluntarios. Almas con espíritu altruista y sincero porque, ayudando a los
demás, nos ayudamos a nosotros mismos.
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